Descubre cómo las carencias afectivas impactan en nuestras relaciones y bienestar emocional. Desde la teoría del apego hasta las implicaciones psicológicas, este artículo explora cómo la falta de afecto en la infancia puede afectar nuestras relaciones adultas. Por María Mercedes Armas (Psicóloga).

Por María Mercedes Armas (Psicóloga)

Desde el nacimiento necesitamos de atención y cuidados protectores, a fin de generar el apego emocional que sea adecuado y suficiente para crecer de manera armónica y estable emocionalmente. El tipo de vínculo emocional que se establece desde el nacimiento con las figuras cuidadoras, en especial la madre, va a influir en la forma como nos relacionamos cuando somos adultos y en la seguridad y confianza hacia nosotros mismos y hacia los demás, en particular en las relaciones de pareja.

John Bowlby, basado en el campo de la psicología del desarrollo, propone la teoría del apego como aporte en este contexto, planteando que hay varios tipos de apego que se establecen en esta primera infancia, los cuales se van desarrollando con base a la interacción entre ellos y sus principales figuras cuidadoras; asimismo tienden a influir en las relaciones adultas por repetición de patrones similares a los aprendidos. Dicho concepto es complejo e involucra aspectos emocionales, cognitivos y conductuales.

Este enfoque es muy útil e importante para reconocer como hemos desarrollado nuestros vínculos afectivos a lo largo de nuestra vida y así aprender a conocernos y a mejorar la manera como nos relacionamos con nosotros mismos y los demás. Se considera que el apego juega un papel determinante en el desarrollo humano y la forma como nos relacionamos posteriormente.

Vamos a revisar los cuatro tipos de apego que categoriza, a fin de identificarlos y conocer las implicaciones psicológicas que tiene cada uno de ellos.

  1. El apego seguro.
    • Es aquel que permite experimentar confianza, aceptación, seguridad y comodidad en las relaciones y la vulnerabilidad que estas implican; esperan una respuesta apropiada y confiable por parte de sus parejas y de otras personas importantes en su vida. 
    • Se desarrolla cuando se han experimentado relaciones tempranas consistentes y afectuosas con sus cuidadores, lo que les ha permitido desarrollar una base segura para explorar el mundo y enfrentar desafíos.
    • Las personas que han tenido un apego seguro en su infancia tienden a tener una buena autoestima, habilidades sociales sólidas y una actitud positiva hacia las relaciones interpersonales.
  2. Apego ansioso o ambivalente.
    • Es la clase de apego generado por cuidadores que han estado poco disponibles emocionalmente o han sido inconsistentes en la relación con sus niños.
    • La consecuencia tiende a ser el miedo al abandono y la dependencia emocional en las relaciones.
    • Necesitan validación, experimentan ansiedad e inseguridad en las relaciones y dificultad para sentirse suficientemente amadas o aceptadas.
  3. Apego evitativo.
    • Surge por el vínculo temprano con cuidadores que fueron distantes o los rechazaron en la infancia.
    • Se caracteriza por la incomodidad hacia el hecho de depender de alguien, la dificultad para expresar las emociones y regularlas, escogiendo evitar la cercanía e intimidad emocional que les puede resultar amenazante, por lo cual se les dificulta mantener alguna relación con alguien que desea comprometerse.
  4. Apego desorganizado.
    • Proviene del vínculo con personas que fueron impredecibles, inconsistentes o con elementos traumáticos para los niños, como abusos.
    • Genera ansiedad, contradicción y confusión acerca de sus necesidades y sentimientos, una inadecuada regulación de las emociones y la fluctuación entre comportamientos ansiosos y evitativos.

La carencia afectiva se definido en el contexto de una relación en la cual los niños han sufrido privación de la atención, estimulación, protección, cuidados y expresión de amor, necesaria y suficiente para garantizar su adecuada maduración  psicoemocional, generando trastornos que se expresan a nivel afectivo, somáticos y/o conductuales.

Puede estar generada por diversas causas, entre ellas la ausencia de las figuras parentales por separación, muerte o abandono, por el desempeño inadecuado de sus roles, por maltrato y abuso de diversa índole, por conductas adictivas a alcohol o sustancias, por padecimiento de trastornos o enfermedades mentales, que dejan al niño  desatendido a nivel afectivo y de atención para cubrir sus necesidades básicas.

Tomando en cuenta los cuatro tipos de apego y sus repercusiones psicológicas, se encuentra que:

  • El tipo de apego seguro tiende a producir personas más resilientes, con mayor capacidad para afrontar el estrés y que derivan mayor satisfacción en las relaciones.
  • El tipo de apego ambivalente tiende a generar personas con altos niveles de ansiedad y con temor al abandono, con tendencia a ser personas muy autocriticas, con un nivel de ansiedad y sobre exigencia elevado.
  • El tipo de apego evitativo influye en la tendencia a tener dificultades para establecer y mantener relaciones cercanas, sentir miedo a la intimidad emocional y al manejo de patrones de evitación de la cercanía.
  • El tipo de apego desorganizado impacta en la generación de dificultades emocionales y de salud mental más severas, como síntomas de estrés postraumático, trastornos disociativos, trastornos de la conducta alimentaria o trastornos de la personalidad.

Diversos estudios clínicos revelan que la falta de afecto por parte de la madre produce en el niño un estado psicológico caracterizado por miedo, abandono, inseguridad y puede provocar la búsqueda y reafirmación continua de afecto. El apego temprano,  que se establece entre la madre y el hijo, comienza desde el nacimiento con los cuidados y, en particular, con el proceso de amamantar, que no solo consiste en alimentar sino también dar una nutrición emocional que vaya de la mano con la afectividad.

Tomando en cuenta que el proceso de desarrollo del niño es complejo y continuo, e implica tanto el aspecto físico como el emocional, su desarrollo cognitivo y de personalidad; proceso que requiere ser alimentado también desde el punto de vista afectivo con expresiones físicas y verbales de amor incondicional que estimulan un adecuado desarrollo, crecimiento y maduración cerebral. La carencia de estas impacta negativamente y hace que el niño no se desarrolle adecuadamente en el plano afectivo, físico y mental; provocando una sensación de soledad y vacío por  necesidad afectiva no cubierta y la búsqueda de aprobación constante para satisfacer esa necesidad.

Algunas conductas de los niños pueden ser indicadores de la carencia afectiva infantil, con base a la observación de casos que atienden, los especialistas advierten tienden a presentar algunos de estos síntomas, entre otros, incluso desde bebés:

  • Irritabilidad y llanto excesivo.
  • Trastornos del lenguaje.
  • Infecciones frecuentes (Por déficit del sistema inmunológico)
  • Retraimiento social.
  • Hostilidad.
  • Dificultad para expresar sus emociones.
  • Baja tolerancia a la frustración.
  • Miedos e inseguridad.

Cuando tenemos estas carencias afectivas, nos afecta en la capacidad de adaptación, seguridad, autoestima y estabilidad en las relaciones personales, en especial las de pareja e incluso pueden aparecer cuadros de ansiedad y sintomatología depresiva. Es importante hacer una revisión de nuestros patrones de relación e indagar el tipo de vínculos con los cuales crecimos, ya que este “darse cuenta” nos ayudará a conocernos más, hacer cambios significativos en nuestras relaciones con nosotros mismos y los demás.

Las carencias afectivas durante la infancia pueden generar que, en la vida adulta, seamos vulnerables y nos veamos inmersos en relaciones abusivas y destructivas, de las cuales se hace difícil salir; entrando en círculos viciosos de búsqueda de afecto y aprobación por compensación de dichas carencias. De allí la importancia de auto revisarnos emocionalmente, evaluar el tipo de relaciones que establecemos y, en caso de ser necesario, buscar el apoyo profesional para trabajar nuestra autoestima y aquellas situaciones infantiles no resueltas.

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