Descubre la importancia del autocuidado en equipos que atienden violencias y casos vulnerables con la psicóloga María Mercedes Armas. Explora herramientas preventivas para afrontar eficientemente los efectos adversos, asegurando el equilibrio físico, emocional y mental. Estrategias esenciales para mantener la excelencia en la atención y prevenir daños a la salud.

Por María Mercedes Armas (Psicóloga)

Los trabajos que involucran la atención de casos de violencia de diversa índole, o  de situaciones de vulnerabilidad extrema, pueden generar efectos adversos en los equipos de trabajo que tienen esta labor a su cargo, por ellos es importante la aplicación de Herramientas de Autocuidado como estrategia de afrontamiento eficiente, con un enfoque preventivo. 

Los equipos de atención psico social, por lo general, están constituidos por psicólogos, trabajadores sociales, promotores sociales, abogados, educadores y otros profesionales del área; así como el personal administrativo y de apoyo que, aunque no atiende el caso directamente, si tiene contacto con las situaciones que plantean las personas que acuden por ayuda. Partimos del reconocimiento de los efectos que generan las situaciones que se abordan en este tipo de trabajos, los cuales involucran amenaza a la integridad personal y a la estabilidad emocional, a fin de poder afrontarlas de una manera positiva y eficiente.

En este sentido, aplicar herramientas de Autocuidado, implica:

  • Buscar alternativas para cuidarnos sin abandonar el ideal de construir un mundo sin violencias.
  • Mantener nuestra empatía hacia las víctimas y tener la capacidad de orientarlas adecuadamente. 

Cuando se trabaja en un equipo que atiende este tipo de casos, se está expuesto diariamente a estar en contacto con los sentimientos y experiencias traumáticas de las víctimas, la violencia o su amenaza, la vulnerabilidad y la agresión humana. Esta exposición deja huellas a nivel emocional; nos podemos sentir también vulnerables, nos afectan física y emocionalmente, nos pueden llevar a cuestionar nuestra interpretación del mundo, de nuestras relaciones y de nuestro sistema de creencias a

un nivel muy profundo. Como consecuencia podríamos comenzar a poner barreras para protegernos del sufrimiento, la angustia y la frustración e incluso a alejarnos de este tipo de trabajo. De allí que se hace necesario aplicar estrategias de protección mediante las Herramientas de Autocuidado.

Hay factores de riesgo que entran en juego para que se manifiesten efectos adversos cuando realizamos un trabajo que implica la atención de personas que sufren o ejercen violencia, dependiendo de la dinámica entre ellos. Es importante considerar estos factores para tomar decisiones que nos permitan minimizar el impacto de este tipo de trabajo.

Entre los factores internos, o sea los inherentes al profesional a nivel personal,

tenemos:

  • La historia de vida.
  • Motivación personal.
  • Autoestima.
  • Capacidad de respuesta al estrés.
  • Capacidad para expresar las emociones.
  • Conocimiento y manejo de herramientas.
  • Nivel de capacitación para el manejo del tema.

Estos factores internos los podemos revisar de manera consciente y mejorar, fortalecer, aquellos que estén deficientes, ya que funcionan como factores de protección.

En cuanto a los factores externos, los que no dependen del trabajador y en los cuales no tiene injerencia o toma de decisiones, son:

  • Sobrecarga de trabajo.
  • Horario inadecuado.
  • Falta de mecanismos de apoyo y protección para los trabajadores.
  • Falta de autonomía para definir y realizar las tareas cotidianas.
  • Falta de injerencia en la toma de decisiones políticas que afectan el trabajo.
  • Falta de acceso, comunicación y/o coordinación interinstitucional.
  • Falta de remuneración y beneficios laborales que compensen las condiciones de trabajo.

Podemos considerar la forma de incidir para mejorar algunos de estos factores externos, pero cuando los factores que nos afectan no pueden ser modificados por nosotros, tal como los mencionados, es hora de evaluar la continuidad o no dentro de ese trabajo dependiendo del nivel de afectación que estemos sufriendo. Hay que hacer un balance de pros y contra, de manera consciente, para tomar la decisión más conveniente para nuestra salud física, mental y emocional.

Encontrar el balance entre nuestras necesidades y las de otros seres humanos que atendemos, es una necesidad urgente para quienes trabajamos en la atención de casos que implican violencia. Atendiendo adecuadamente esto, podremos mantener el optimismo, la confianza en nuestro trabajo y continuar trabajando con esperanza, pasión y compromiso.

Reconociendo los efectos.

Como integrante de los equipos que trabajan atendiendo casos que implican diversos tipos de violencias, o personas en niveles elevados de vulnerabilidad, es muy  importante que nos observemos y tengamos una reflexión personal acerca de los siguientes cambios en las distintas esferas de la vida. Si te identificas con este contenido porque has observado estos cambios en ti, es momento de buscar apoyo, ya que el manejo inadecuado del estrés generado por este tipo de trabajo puede tener consecuencias en nuestra salud física, emocional e incluso mental.

Es frecuente experimentar los efectos del estrés e impacto que genera la violencia y hay que estar alerta cuando aparecen estas señales:

  • Sentimientos de angustia por pensar que la víctima no ha tomado decisiones acertadas.
  • Preocupación exagerada y constante por la situación de la víctima.
  • Mayor empatía e identificación hacia el agresor que hacia la víctima.
  • Considerar que no es lo suficientemente bueno en el proceso de ayuda.
  • Tratar de persuadir a la víctima para que haga lo que uno considera que es lo mejor para ella, sin respetar su proceso.
  • No querer ir al trabajo.
  • Sacrificar asuntos personales por atender a la víctima (tiempo, dinero, relaciones)

En nuestro desempeño laboral podría apreciarse:

  • Impaciencia.
  • Frustración si la víctima no regresa.
  • Pérdida de empatía (evasión al escuchar el relato de la víctima)
  • Nos llevamos el problema para la casa.
  • Pensamos en historia de violencia cuando estamos en otras actividades.
  • Abrumamos a las personas que nos rodean con las historias de violencia que atendemos.

Cambios físicos: a continuación menciono algunos de los más frecuentes, sin embargo una auto revisión consciente te permitirá darte cuenta de algunos otros cambios que has experimentado.

  • Cansancio
  • Dolores musculares.
  • Cambios negativos en la respuesta sexual.
  • Problemas gástricos.
  • Alteración de los patrones de sueño o alimentación.
  • Enfermedades frecuentes  por déficit del sistema inmune.
  • Bruxismo (apretar o rechinar los dientes)
  • Tensión muscular.

Cambios emocionales: son aquellos que involucran sentir y expresar emociones que antes no se experimentaban de esa manera o con esa frecuencia e intensidad.

  • Ira, rabia, enojo.
  • Tristeza, desaliento.
  • Frustración, impotencia.
  • Deseos de cambiar de  trabajo.
  • Sentimientos de soledad y falta de apoyo.
  • Ansiedad.
  • Perdida de la capacidad de disfrutar.
  • Estado de alerta y tensión constante.
  • Sentirse sobrecargado, abrumado.

Otros cambios que podemos notar se producen en las esferas de la conducta y a lo interno de nuestras vidas, son:

  • Dificultad para controlar las emociones.
  • Reacciones explosivas y/o agresivas.
  • Tendencia a aislarse.
  • Inicio o aumento del consumo de licor, cigarrillos o psicofármacos.
  • Disminución del rendimiento laboral.
  • Dificultad para tomar decisiones.
  • Dificultad para mantener la atención y concentración.

A un nivel más profundo de la vida, pueden surgir contradicciones en nuestro sistema de creencias, en el sentido de nuestra vida o el valor de nuestro trabajo, es decir que en la vida interna podríamos experimentar: 

  • Sensación de estar vacíos.
  • No encontrar valor ni significado en lo que se hace y en nuestra vida.
  • Debilitamiento de nuestras creencias internas.
  • Hemos perdido la fe y la confianza en otros.

Se pueden generar creencias altamente amenazantes como:

  • “La violencia es generalizada e infinita”.
  • “El mundo es un lugar peligroso y hay que estar en constante alerta”.
  • “El mundo está lleno de personas malas y peligrosas”.
  • “Estamos en riesgo constante”.

Como podemos ver, trabajar constantemente con personas que son víctimas de violencia, bien sean niños, adolescentes o adultos; puede generar efectos negativos que necesitamos reconocer y manejar adecuadamente, utilizando las herramientas de Autocuidado y buscando apoyo profesional si es necesario,  para prevenir efectos de mayor complejidad en nuestra salud tanto física, como emocional y mental.  

¿Qué hacer para mantener o recuperar el equilibrio cuando atendemos casos que implican la violencia?

Como primer paso es necesario identificar los cambios o efectos negativos en cada una de las áreas que he señalado: a nivel físico, emocional, conductual e interno de la vida; para entonces comenzar a aplicar las herramientas de Autocuidado que nos ayuden a restablecer el equilibrio o a prevenir los daños. Esto es importante para poder prestar un servicio profesional de excelencia en apoyo hacia las víctimas y personas involucradas en la situación.

Hay 4 puntos clave que necesitamos abordar y revisar a fondo:

  1. Revisar nuestra historia personal.
    • Si tenemos un antecedente de abuso hacia nosotros o si hemos incurrido en conducta abusiva hacia otros en el pasado, eso nos hace más vulnerables a la hora de trabajar con este tipo de situaciones; incluso puede no ser recomendable hacerlo.
    • Para ello se hace necesario buscar apoyo especializado en el tema.
  2. Ponernos en contacto con nuestros sentimientos, emociones y necesidades.
    • Mirar hacia adentro de nosotros mismos.
    • Conocer nuestras emociones.
    • Identificar las situaciones que ponen en peligro nuestra integridad física.
    • Revisar si tenemos ideas suicidas y conductas autodestructivas como abuso del alcohol, psicofármacos u otras drogas, practicar sexo inseguro.
  3. Transformar nuestra manera de pensar.
    • En este sentido es importante evaluar o reajustar nuestros pensamientos en la dirección correcta, comprobando si ellos están siendo una guía útil para conducirnos en el mundo. Es necesario:
      • Comprender  el origen de nuestros pensamientos y el de las demás personas, en lo posible.
      • Manejar información veraz y adecuada en torno al tema que trabajamos.
      • Identificar los mitos que rodean las situaciones que atendemos.
      • Formarnos y capacitarnos suficientemente como para trabajar el tema que atendemos.
      • Algunas estrategias positivas para trabajar con nuestros pensamientos son: desarrollar flexibilidad, aplicar la relatividad, usar la empatía.
  4. Revisar nuestras rutinas diarias y su impacto en nuestro equilibrio.
    • Darnos cuenta de:
      • Los pensamientos y conductas automáticas (reactivas), las conductas habituales, repetidas por mucho tiempo, pensando que son parte de nuestra personalidad o que son incambiables.
      • Hacernos responsables de nuestras decisiones y conductas.
      • Estar conscientes de las elecciones cotidianas en función de los resultados que ellas generan (Entender la relación entre la causa y el efecto)
      • Sustituir progresivamente los patrones negativos por patrones saludables, con el objetivo de restablecer nuestro equilibrio y bienestar integral.
      • Nutramos no solo nuestro cuerpo, sino también nuestro espíritu.

Construir una vida satisfactoria, gratificante y significativa para nosotros mismos, basada en la distribución equilibrada de nuestro tiempo y energía en las distintas áreas vitales: familia, trabajo, salud, alimentación, descanso, diversión, relaciones sociales, entre otras,  es el mayor elemento de protección cuando decidimos trabajar con situaciones que implican una carga emocional fuerte y constante.

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