Descubre los desafíos actuales para la salud mental en 2023 según María Mercedes Armas, psicóloga. La pandemia ha dejado secuelas de trastornos mentales en aumento. UNICEF revela cifras preocupantes, y la falta de asignación presupuestaria destaca retos en la prevención. La colaboración comunitaria y el enfoque consciente en el autocuidado y la Psicoeducación son clave para afrontar esta problemática global.

Por María Mercedes Armas (Psicóloga)

El 10 de octubre se  celebra el Día Mundial de la salud mental con el objetivo de visibilizar la importancia de trabajar en función de prevenir y atender los trastornos de la salud mental, fortalecer los factores protectores y a disminuir los factores de riesgo que puedan afectarla. Según la OMS la salud mental consiste en “un estado de bienestar en el cual la persona es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.

La pandemia y post pandemia, entre otros factores, ha dejado como secuela una grave tendencia al alza de trastornos mentales y psico emocionales que deben ser visibilizados y atendidos.

Nadie está exento de padecer algún trastorno o enfermedad mental o que alguien cercano lo padezca; necesitamos sensibilizarnos e informanos para prevenir y atender, de manera humanizada, este tipo de diagnósticos. Las cifras aportadas por UNICEF revelan que, a partir del 2020, han aumentado de la siguiente manera:

  • Se cuadruplicó la cantidad de casos de ansiedad y depresión a nivel mundial, pasando del 1% al 4%.
  • Los diagnósticos de déficit de atención e hiperactividad y los trastornos de conducta han subido del 2,5% al 7%.
  • El 52% de población de edades entre 12 y 17 años han presentado síntomas de ansiedad.
  • Se considera que la depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad en los adolescentes entre los 15 y los 19 años.

Para atender esta situación hay que destinar recursos y planificar políticas públicas que lo garanticen.

En la página oficial de la OPS/OMS se destacan puntos como relevantes en cuanto a los retos y desafíos en materia de salud mental a nivel global:

  • El gasto público mediano en salud mental en toda la Región es apenas un 2,0% del presupuesto de salud, y más del 60% de este dinero se destina a hospitales psiquiátricos.
  • La mediana del gasto en los servicios de salud mental está a nivel mundial en 2,8% del gasto total destinado a la salud.
  • Los países de ingresos bajos gastan alrededor de 0,5% de su presupuesto de salud en los servicios de salud mental, y los países de ingresos altos, 5,1%.15
  • En la Región de las Américas, el gasto oscila entre el 0,2% (Bolivia) y el 8,6% (Suriname)

Esto implica que la parte preventiva, tan importante y necesaria, no está siendo suficientemente cubierta por dichas partidas presupuestarias. El trabajo en pro de la salud mental, tanto a nivel preventivo como de atención especializada, necesita la colaboración de todos los entes que hacen comunidad, no solo de los gobiernos locales o regionales; es mucho lo que se puede hacer a nivel de las familias, instituciones educativas y de salud, empresas y a nivel comunitario para afrontar la situación planteada con un compromiso tanto individual como colectivo.

Disminuir los factores de riesgo es importante y más aún potenciar y aumentar los factores de protección de la salud mental con buenas prácticas de vida.

Con enfoque consciente de autocuidado, desarrollando resiliencia, aplicando herramientas de autoapoyo, desarrollando la inteligencia emocional y la Psicoeducación, e incorporando enfoques de prevención y atención psicosocial a nivel comunitario e institucional.

Haciendo un recorrido en la web sobre este tema, encontré puntos coincidentes en cuanto a los retos vigentes que se plantean ante la celebración del Día Mundial de la salud mental en octubre 2023:

•    Según múltiples estudios realizados, las secuelas de la pandemia y aislamiento, por Covid 19, persisten y deben ser atendidas, debido a que involucran todo un espectro de signos, síntomas y trastornos de la salud mental.

•    Se evidencia la necesidad de una reflexión profunda sobre los determinantes y posibles abordajes psicosociales de la salud mental en particular.

•    Se hace imprescindible una  revisión y cambio en el paradigma de la salud mental tal como se ha concebido hasta ahora, para enfatizar en la importancia del aspecto educativo, preventivo y comunitario.

•    La tecnología, usada inadecuadamente, también se ha convertido en un factor de riesgo para la salud mental, sobre todo para la infancia y adolescencia.

•    Las organizaciones especializadas, a nivel global, recomiendan priorizar la salud mental en las agendas de los países de manera que se refleje en sus políticas y presupuestos.

•    Los cambios poblacionales generados por los fenómenos migratorios y aumento de la expectativa de vida, entre otros, también resuenan en el espacio de la salud mental.

Estos aspectos, en general, permiten comenzar a esbozar vías de acción para afrontar los retos que representa la salud mental de cara al 2024. Quizás nos resultan muy teóricos o distantes. Entonces ¿Cómo podemos contribuir a nivel personal, no solo con nuestra propia salud mental, sino con la de nuestra familia y comunidad? Lo cierto es que no nos podemos sentar a esperar políticas y presupuestos que a lo mejor no llegan tan rápido como lo necesitamos, también podemos decidir ser agentes de cambio.

Señalamos la importancia de disminuir los factores de riesgo y potenciar los factores de protección de la salud mental con buenas prácticas de vida. En este sentido, podemos hacernos preguntas útiles para evaluar, junto a nuestro grupo familiar, como estamos manejando los factores de riesgo, por ejemplo: ¿Cómo es el uso que hacen nuestros niños y adolescentes de la tecnología? Tomando en cuenta que uno de los efectos negativos a partir de la pandemia sumada al uso inadecuado de la tecnología y Redes Sociales, es la carencia de habilidades sociales de los niños y adolescentes.

¿Estamos dispuestos a aumentar los factores protectores de nuestra salud mental? ¿Estamos dispuestos a auto cuidarnos y a cultivar hábitos saludables?

Esto puede sonar muy grande y casi imposible, pero un pequeño cambio cultivado de manera consistente puede generar un resultado muy diferente en beneficio de nuestra salud mental y, al hacerlo, estamos impactando de manera positiva todo nuestro ambiente.

Solo a través de un enfoque consciente y auto evaluativo de nuestra vida, de nuestros valores, principios y hábitos en el sentido más amplio y abarcante, podremos hacernos responsables de nuestra salud mental y de cómo impactamos con ella a nuestra familia y comunidad.

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